viernes, 29 de mayo de 2009

EL MESTIZAJE EN EL PARAGUAY.

En los días de la fundación de Asunción y en el tercio del siglo que sigue, el mestizaje se opera con intensidad, tanto como resultado de una natural alianza de carios y españoles contra los “malones” chaqueños, como por la ausencia casi total de mujeres españolas.
Más adelante y por la vía de las uniones ilegítimas, continua este proceso, especialmente en el medio rural. Españoles, criollos, yanaconas y nabos conviven en Asunción y Villa Rica de Espíritu Santo y en los “valles” y “pagos” circunvecinos. Son precisamente los sistemas de la encomienda yanacona y de la naboria los grandes vehículos de la fusión de razas. Tapúa (hoy distritos de Luque, Limpio y Mariano Roque Alonso), Campo Grande (hoy parte de los distritos de Santísima Trinidad, Luque, San Lorenzo y Fernando de la Mora), La Frontera (hoy Ysaty, Lambaré, Ñemby, San Antonio y Villa Elisa), Tapyhipery (hoy zona urbana de San Lorenzo), Capiatá y Pirayú, y otros valles y cañadas, son las zonas de mestizaje durante los siglos XVII y XVIII.
Por las especiales características del régimen a que se hallan sometidos, los indios mitayos, reducidos a pueblos y de menos frecuente comunicación con los criollos, participan de manera mucho más atenuada de este proceso. Son esas comunidades las únicas en las cuales, en la época de la Independencia, se conserva sin alteraciones substanciales el tipo guaraní.
Los negros también intervienen aunque diluido por su muy escaso número y por su ninguna concentración geográfica. Sin embardo, una antigua hacienda de los dominicos, en Tavapy, es centro donde el elemento africano prima numéricamente y mantiene algunos de sus caracteres étnicos, pese a la fusión con españoles e indígenas. En el siglo XVIII familias de mulatos y zambos libres son concentradas en Emboscada, a otras se las compele a sumarse a la población de Villeta, y ya en la época de la independencia, se tienta con ella una fundación en Tavegó o Villa del Salvador.
En cuanto al aporte demográfico español, él se reduce exclusivamente a la gente venida en las expediciones conquistadoras. A partir de la armada de Ortiz de Zárate (1575) y hasta la segunda mitad del Siglo XVIII, es muy reducida, casi nula numéricamente, la inmigración. De allí arranca la gran importancia que tuviera el mestizaje en el proceso de formación nacional, y a ello también se debe que los mestizos del Paraguay gozaron de un “status” superior al de otras posesiones españolas.

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